“Cualquier objeto, cuando le cambias el contexto, la escala, la proporción, el material para la percepción, es una escultura”. -Rodrigo Garagarza
Desde muy pequeño Rodrigo Garagarza se interesó en las formas y en la creación de figuras con diversos materiales, pero fue a partir de una visita a un taller de herrería, a los 19 años, que decidió estudiar arquitectura y posteriormente un subsistema en museografía. Su experiencia laboral comenzó en el Franz Mayer, después fue Jefe de Museografía en el Museo San Carlos y realizó un par de museografías para el Museo Soumaya de Plaza Loreto.
“Me encantaba, además de los objetos, ver qué se podía hacer para presentarlos o para modificarlos a través de la iluminación, y ver a partir de su colocación en un espacio cómo un objeto por sí solo podía transmitir algo y cómo cuando se apoyaba con la museografía transmitía algo un poco diferente; cómo se manipulaba ese canal de comunicación a través de la colocación, iluminación, fondo, contexto. Entonces estudié el subsistema de escenografía en arquitectura”.
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Diez años atrás decidió dedicarse por completo a la escultura, y al inicio de este periodo surgió su figura más representativa, una que lo atrapó por su forma que apenas hace contacto con la superficie y sin embargo se sostiene con tenacidad.
“Yo le puse Matatena porque en realidad era una pieza abstracta, concéntrica, de seis brazos y de ellos se despliegan paneles encontrados a 90 grados. Me gustó mucho cómo proyectaba la sombra y hubo una especie de relación de esa pieza, por el nombre también, hacia el juego popular de las matatenas, aunque decidí que no quería que se quedara solamente como un elemento de inspiración popular, sino más bien era una forma geométrica que me iba a servir como un lienzo para experimentar diferentes materiales”.
Este lienzo tridimensional que da la sensación de movimiento, ligereza y equilibrio se ha convertido en una obsesión que puede modificarse una y otra vez. Como parte de este recorrido, la exposición Matatenas: una mirada íntima al estudio de Rodrigo Garagarza nos muestra parte del proceso creativo que el escultor realiza para llegar a la pieza final. Explora, entre otros aspectos, cómo el contexto modifica la percepción de una pieza. Platicamos con él para conocer más sobre su inspiración y sobre todo su obsesión con las sombras, luces y formas.
Mariana Tiquet: ¿Seleccionar a las matatenas como la figura central tiene que ver más con la forma y las sombras, que con una intención discursiva?
Rodrigo Garagarza: Sí, es más eso que un concepto. Hay una intención pero ha ido cambiando y el discurso se ha ido hacia la reinterpretación de juguetes populares que luego se acompaña de otras piezas como los trompos y las pirinolas. Hay otra que es jugar con la gravedad y ahí se va a la línea de los péndulos o los tótems, elementos verticales que se apoyan en el piso y apuntan al cielo. O las boyas que son elementos que habitan entre el mar y el cielo. A veces la carga conceptual es hacia el uso que va a tener la pieza, en otras ocasiones cómo va a jugar con la gravedad, con la luz, con su mismo material.
MT: ¿Cómo se han modificado las piezas con el paso del tiempo y cómo seleccionas los materiales?
RG: Al principio trabajamos con piezas muy bien terminadas, casi con pintura para coche, y aunque seguimos produciendo piezas de ese estilo, me ha gustado últimamente trabajar con materiales más naturales que van a modificarse con el paso del tiempo. Esto lo tomé de wabi-sabi, la percepción antigua de los japoneses de ver cómo se van modificando los elementos y eso les va dando vida y una belleza por el paso del tiempo mismo. En la última serie de matatenas hay paneles de mármol adheridos a una estructura de acero, entonces es una transición entre lo que ya hacía con acero y ahora con materiales naturales. Otra pieza es una matatena de flores oxidada que tomará vida sola porque el ácido con el que se oxidó seguirá trabajando en ella, además al estar a la intemperie irá cambiando de tonos: empezó siendo azul óxido, se fue hacia un naranja óxido y se ha ido oscureciendo.
MT: Entonces sí hay una intención en que la pieza se transforme
RG: Sí, parte del discurso al usar materiales naturales es ver cómo se modifican con el paso del tiempo. Habla de lo efímero, del paso del tiempo o de la permanencia.
MT: ¿Tienes también piezas sobre flores, cómo las relacionas con las matatenas y los juguetes?
RG: Gran parte de la inspiración de estas matatenas viene de flores que son geométricas, concéntricas y se van abriendo. Muchos de los juguetes, como las matatenas, los trompos y las pirinolas tienen formas que parten de un centro y se van abriendo. Y muchos elementos de la naturaleza como semillas y flores tienen una geometría expansiva que forma paneles, y un árbol o una flor tienen una estructura que da soporte. Es analizar las estructuras y luego relacionarlas a la escultura para representarla de manera muy abstracta. Habla de supervivencia, de mirar a la naturaleza que a veces la damos por hecho y no nos fijamos. Es un discurso de sustentabilidad.
MT: ¿En el proceso creativo, dirías que tomarías como base la estructura y de ahí parte el contexto y el mensaje?
RG: Sí. Se vuelve como un lienzo y puede inspirarse en la naturaleza, otra es buscar un paralelismo con los juguetes. Me interesan las flores, los colores que, al igual que lo impresionista, son agradables al ojo. Y si le sumas el sol, que se abre y se cierra, es sorprendente. (Para la muestra) escogimos doce colores que se complementan entre sí para generar contrastes. Las piezas expuestas parten de esa gama y la exposición es una especie de muestrario. La pieza central está conformada de diez maquetas hechas en MDF con laca que representan desde la primera matatena que diseñé hace ocho años hasta la última. Cada una se ha ido reproduciendo en diferentes materiales, tamaños y acabados. El mismo lienzo se ha ido modificando. La idea de la exposición es que el visitante vea de qué se trata la matatena, de dónde viene, qué es, qué pasa con esta escultura, cómo ha evolucionado en estos años y qué posibilidades de producción tiene. Pusimos también el proceso de manera gráfica, donde incluimos las inspiraciones que son las flores, la moda, algunos escultores como Alexander Calder y Richard Serra. Luego pusimos algunos bocetos, después pasamos a una forma tridimensional y luego pasamos a los dibujos en computadora tridimensionales. En la etapa de producción se hace el corte de la placa de acero con una máquina de inyección de agua con unos aditivos de arena que pueden cortar placa hasta de cuatro pulgadas. Es ver cómo se corta, los dobleces, la soldadura, el esmerilado, la aplicación de pasta, la lija, el primer anticorrosivo, la pintura, el sellador y la instalación de la pieza.
MT: ¿Hacia dónde vas, cuál es el camino que buscas ahora recorrer?
RG: Tengo la intención de seguir trabajando con materiales naturales y también concreto aparente; que sean piezas que se puedan escalar para que sea más inmersivo y que te rete. También tengo ganas de hacer piezas flotantes con boyas, piezas que interactúen con la energía solar, que tengan modificación en su propio color, con LED y que se iluminen al tocarlas. A la matatena le quiero seguir buscando posibilidades, pero también quiero seguir trabajando con péndulos, tótems, boyas. Ir explorando formas.
Visita la exposición en Galería LTB Art Polanco hasta el 30 de enero.
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