La figura del museo ha existido históricamente como un recinto casi sagrado que, con cierta solemnidad y en ocasiones un aire a mausoleo, es un espacio que es portador de la verdad con respecto a lo que ahí se muestra. Por otro lado, la figura del curador, que tomó gran importancia durante las últimas tres décadas, ha sido entendida como, de nuevo, aquel que dicta lo que debe ser. Sin embargo, estas visiones son incorrectas y obsoletas, y coartan toda posibilidad de integración natural del espectador para con la obra.
El surgimiento del Museo Banco de México ha sido una bocanada de aire fresco. Dentro de un edificio emblemático, lleno de belleza pero que podría considerarse solemne, existe una propuesta museística innovadora, inteligente y progresista, que no pretende guiar, sino acompañar a los visitantes a vivir una experiencia que resulta divertida, informativa y estética.
Jessica Serrano es quien liderea este espacio con singular entusiasmo. Egresada de la Licenciatura en Economía por el ITAM, lleva ya muchos años haciendo una labor de primera línea en el Banco de México, y el Museo es, duda una de las más maravillosas planeaciones y consolidaciones de un proyecto que no deja de ser un reto constante, pero que de la mano de un equipo de sin extraordinarios profesionales hoy se coloca, a mi percepción, como una de las propuestas más intencionadas y efectivas que pudieran existir.
MC: ¿Cómo surge la idea de crear el Museo?, ¿cómo la estructuran, puntualizando con las temáticas propias de la Banca Central y a la vez incorporan al arte contemporáneo?
JS: La concepción de crear el Museo Banco de México refleja en si misma la evolución que tenemos como sociedad y como instituciones. El Banco de México, para tener toda la fuerza en su autonomía tuvo que trabajar mucho en las cuestiones de fortaleza institucional, las cuestiones técnicas y así ser visto como un ente de referencia al que le tengas confianza. Si le preguntabas a la gente sobre el Banco de México, te contestaban que sí sabían algo, pero en realidad no conocían claramente su función. Somos un ente conocido, pero no digerido, por decir algo. Entonces, nos dimos cuenta que en la medida en que como institución te comunicas de otra forma y tienes mayor interacción con el público, mejor se entienden tus actividades y se forma un círculo virtuoso. El Museo Banco de México surge de la idea de mostrar esta transformación en la comunicación y el dialogo en la sociedad. Para nosotros es muy importante definir esta apertura de puertas, tanto de manera visual como de contenido.
Cuando lo conceptualizamos, debido a la pandemia, tuvimos la suerte de generar muchas ideas en escritorio. Trabajamos mucho en cómo veíamos ideológicamente a este nuevo organismo y consideramos que era necesario reflejar una relación más cotidiana. Este nuevo ente tenía que ser muy dinámico, innovador, transparente, pero sobre todo tener como figura central al individuo. Nos queríamos alejar de un yo te explico a mejor un hablemos el mismo idioma e interactuemos. Al cambiar la estructura vertical a una en donde ponemos al espectador al centro, trabajamos mucho en entender cómo queríamos interactuar con él. Decidimos por eso que fuera más bien un museo de autoexploración, mucho dialogo, y sobre todo de interacción. Sin estar jerarquizado de manera paternalista, ser una propuesta en la que no se te imponga cómo debes entender la cosas. Así fue el primer arranque, y desde este inicio pudimos abordar los temas que están hoy sobre la mesa y queremos abordar, proporcionándole al público nuestra visión, pero sin decirle como la debe absorber o percibir, sino en una acción en conjunto, proveyéndole las herramientas y alentándolo a vivir su propia lectura y experiencia.
MC: El Museo es un recinto extremadamente dinámico y didáctico. Cuando mencionas que el objetivo era que el espectador fuera el centro de la experiencia, me hace todo el sentido la estructura radial del espacio, museográficamente hablando…
JS: Por eso no queríamos que toda la comunicación con el público fuera únicamente a través de las exposiciones permanentes. Ésta claro que ahí se dan los primeros destellos, pero a partir de las muestras temporales podemos abordar las distintas aristas y profundizar el diálogo. Siempre digo que vemos esto como una caja de Rubik. Un día la puedes ver de un lado y al otro día desde otro concepto y en el punto converges a tu análisis. Queremos mostrar tres distintas formas de ver los temas. La primera es abordar el rol del Banco de México y cómo lo vinculamos con conceptos de nuestro día a día. La siguiente es la artística, que tiene que ver con nuestro programa de exposiciones temporales de manera sólida y variada. Y la tercera, ahondar en la relación de los individuos con temas que parecieran no tan cercanos a ellos, por ejemplo, el arte contemporáneo.
Quisimos ser disruptivos, algo que la gente no esperaba y que al verlo caes en cuenta de su obviedad; que al ponerlo sobre la mesa hace sentido. Nuestra intención fue voltear hacia los conceptos que parecen alejados de la Banca Central, pero en realidad están completamente relacionados.
En el análisis de la relación de los mercados y el arte contemporáneo, el equipo curatorial hizo una gran labor de investigación para encontrar ese hilo conductor que reflejara la situación de manera actual y disruptiva. En el camino, nos dimos cuenta de que había muchos artistas trabajando sobre esta lectura, diferente a la que nosotros como Banco Central, estamos acostumbrados a leer en gráficas. Los artistas tienen esta lógica de tu no querer imponer la lectura de la obra sino darle libertad al espectador.
MC: Estamos de acuerdo que el protagonista de una muestra, una exposición, es el espectador y su aproximación a la obra, no el artista ni el curador…
JS: Se debe tener al individuo al centro y empoderarlo para que sea él quien interprete. En las charlas con los artistas la conceptualización del museo y cómo compaginábamos con ellos comenzó a ser muy evidente. Todo se fue plasmando y entrelazando.
No tenemos núcleos, somos acompañantes en la experiencia, y para ello tenemos redes de conceptos. Nosotros, al explicar las temáticas del Banco siempre hablamos del entendimiento y la creación de redes. Entonces las obras, en conjunto con nuestro enfoque, concede distintos niveles de lectura y elementos que complementan la experiencia del espectador, y de ahí darle libertad a la muestra para poder experimentarse y al mismo tiempo, dotarla de frescura y de elementos físicos y digitales que complementarán al espectador.
MC: El Museo está extraordinariamente bien diseñado. Todo el circuito es de libre recorrido y logra que el visitarlo sea una toda experiencia.
JS: Pensamos que hacerlo así no nos resta institucionalidad. Siempre reiteramos que queremos que las personas vengan más de una vez. La idea de las exposiciones temporales es esa: nuevas propuestas que te den un respiro. Buscamos también que siempre tengan un vínculo con las exposiciones permanentes. Tenemos una parte en éstas que explica qué es dinero y qué no, y justo ahí desdoblamos elementos que se exponen en las temporales. Y es justamente eso lo que queremos abordar, darle al visitante herramientas diversas que le permitan fluir a su ritmo e interés.
En nuestra propuesta curatorial incorporamos muchas disciplinas de todos los artistas porque precisamente a veces es dudoso qué es (en valor monetario) una obra de arte y qué no. Lo que estamos poniendo sobre la mesa son esos conceptos: la definición de qué es un activo, y cómo su definición de valor depende de un comprador y un vendedor y refleja el interés que tiene cada uno. Son muchas las aristas que debes tomar en consideración. En los mercados, la definición de precios es el lenguaje para las interacciones, el vínculo que permite converger entre los deseos y necesidades de los individuos. Este es en realidad nuestro mensaje, estamos contigo y el arte es un mecanismo que nos permite tener una conversación y así perderle el miedo tanto a éste como a una institución, como es el Banco Central.
MC: México es uno de los países que tiene mayor asistencia cautiva a los museos…
JS: Cuando estábamos creando el Museo, no queríamos encasillarnos en un tipo de audiencia. Hicimos algo flexible y nos ha funcionado no encasillarnos. Recibimos público de todo tipo y la interacción es única y diferente con cada individuo. A los niños, por ejemplo, les encanta el Museo porque los dejamos explorar, abrir cajones, escoger colores; ser libres.
En el Museo tenemos tres grandes activos o patrimonios: el edificio, la colección y el Banco de México. Nuestro propósito es amalgamarlos. Nos quedó claro que la estética, el perfeccionismo y los detalles eran cosas que queríamos que estuvieran plasmados de manera invisible, de forma velada. Entonces en el lenguaje del Museo tenemos tres ejes guía: permanencia, confianza e innovación. La estética debía acompañar estos ejes. Todo se plasmó de una forma que no intimide al visitante al contrario que le sea familiar. Cuando hablas de estética, también debe tener otros elementos como la familiaridad y accesibilidad, dinamismo, e incorporar destellos que permitan cierto contraste y asombro. La estética está reflejada en todas partes de manera natural, sin estar forzada. En general, se busca que la experiencia no sea abrumadora sino más bien abrazadora, que invite a regresar y tener una relación cómoda con este edificio tan bello y robusto.
Tenemos un equipo multidisciplinario con mucha cohesión para generar una identidad que se refleje en todos los detalles. Día a día, para nuestros proyectos vivos y futuros recogemos las inquietudes de quienes participamos en el Museo, así la curaduría y museografía va de la mano con la participación de todos.