Ya todos sabemos que Avelina Lesper rompió la pieza de Gabriel Rico en Zona Maco, ya vimos los memes y las noticias, y también el video en donde la columnista de arte explica su versión de los hechos. Aún así, siento que no es suficiente, ¿por qué se ha quedado en la superficie de los dimes y diretes un momento tan significativo?
El día de la más reciente inauguración en la Galería OMR, el pasado martes 4 de febrero, estaba a tope el lugar. El nuevo recinto en la colonia Roma, de una de las galerías más prestigiadas de México, se llenó de artistas, curadores, coleccionistas, etc. En el segundo piso, una pieza de Gabriel Rico se mostraba majestuosa y frágil, como siempre sucede en su trabajo. Más de cien personas nos paseábamos por la pequeña sala con una cerveza en la mano, platicando y saludándonos. Era impresionante cómo todo mundo respetaba el espacio de la obra, pues aunque estos eventos se presten más para la socialización y comercio, no se olvida que el motivo de la reunión está ahí presente. Me parece increíble que con tanta gente alrededor, esa noche nadie tocó, pisó, movió ni alteró la obra de Rico. Y no era la primera inauguración o evento de la galería en la que estaba ahí colocada.
Sin embargo, unos días después, mientras hacía un recorrido por Zsona Maco, a Avelina Lesper le pasó lo que a cientos de personas no les pasó frente a la obra de Gabriel Rico, incluso en la inauguración de la feria en días anteriores. Según Lesper, lo que a ella “le sucedió”, le pudo haber pasado a cualquiera, y sin embargo no, no ocurrió.
Durante su recorrido por Zona Maco, algo le llamó la atención de la obra de Gabriel Rico a Avelina Lesper, pero en vez de dedicarse a pensar en ello, se fue por la misma ruta de siempre: desacreditar la obra y al artista. Solo que esta vez, después de criticar la pieza, dice Avelina: “como si hubiese escuchado mi comentario y hubiese sentido lo que pensaba de ella, la obra se hizo añicos y se desplomó…” Con esta frase, para justificar una falta de respeto que culminó en una tragedia, Lesper nos abre la puerta para explorar una de las tantas contradicciones en las que pudo haber caído. Su crítica siempre mordaz, con tono sarcástico y un dejo de enojo por ser la víctima del arte y los artistas VIP, se hizo añicos también. No sólo frente a la obra de Gabriel Rico, sino ante la de tantos artistas contemporáneos, la frase preferida de Avelina normalmente es “no dice nada”. Esta frase también acaba de romperse y la pieza se ha comportado mágicamente y revelado su sentir, ha escuchado y se ha manifestado, disgustada, frente a la propia Lesper.
La obra de Gabriel Rico, desde hace mucho tiempo, ha explorado precisamente la fragilidad y la incongruencia. En sus instalaciones, Rico invita al espectador a reflexionar sobre el lugar en que residen los objetos, e inclusive sobre el que ocupa el mismo espectador frente a ellos. ¿Acaso no es eso lo que le provoco a Avelina Lesper, cuando frente a la pieza quiso colocar una lata de coca cola? Es más que evidente que la obra de Rico funciona, provoca y cuestiona. Por eso pasó lo lo que pasó. Y qué casualidad que, en otra pieza, no la que se rompió, sino Naturaleza Muerta, de 2016, Gabriel Rico, hubiera incluido precisamente una botella de Coca Cola. Qué coincidencia y nuevamente qué contradicción con el discurso de Lesper.
Lesper no pudo salir corriendo de Zsona Maco sin ser cuestionada y responsabilizada por romper la pieza, pero para salirse con la suya nos explicó didácticamente que “a Duchamp con el Gran Vidrio, le sucedió exactamente lo mismo, el Gran Vidrio se rompió y Duchamp dijo: ‘doy por terminada la obra’, y hasta la fecha, el Gran Vidrio se sigue exponiendo roto”. Con este comentario, nuevamente Lesper se contradice, pues previamente en muchas ocasiones ha criticado a Duchamp por ser casi casi el iniciador de esta debacle. Por ejemplo, ella afirma que “La obra maestra de Duchamp, el ready made, abrió la posibilidad de que los artistas con el poder de su mente o lo que el curador diga, conviertan cualquier cosa en arte y no hagan sus obras…” y continua, “obviamente al mirar un ready made, un objeto prefabricado que es parte de lo cotidiano, no pide ningún análisis contemplativo”… Lo que sí queda claro, es que el mismo artista (Duchamp) le sirve a Lesper a veces para criticar y a veces para justificar su falta de respeto y vandalismo ante una obra de arte. Nuevamente, qué contradicción. Sinceramente me parece un mal uso de la Historia de Arte y un comentario bastante desafortunado, hablar de lo que le pasó al Gran Vidrio de Duchamp comparándolo con lo que hizo. Definitivamente la pieza de Gabriel Rico no puede exponerse rota, no así de rota, y tampoco tendrían por qué aceptarlo, ni el artista, ni la galería, como un “devenir”.
Ojalá que Lesper tenga la decencia y no la demagogia, para resolver dignamente este hecho. Mientras tanto, seguirán los memes, las risas y los comentarios por parte del gremio. También sucederá lo peor que pudo haber imaginado la columnista: la carrera de Gabriel Rico se lanzará todavía más fuerte, más legítima y más potente que nunca, precisamente con piezas frágiles, destructibles y surreales que aparentemente “no dicen nada” pero sí escuchan, sienten y explotan ante ella.