Hoy, toda gran ciudad que se precie de serlo es hogar de uno o varios bares de cócteles “clandestinos” o speakeasies, los cuales son cada vez más sofisticados en su diseño, mobiliario, menú y, sobre todo, temática.

Londres, uno de los principales centros financieros, de negocios y culturales del planeta, tiene una de las escenas nocturnas más ricas y variadas del mundo, lo que incluye numerosos speakeasies, cada uno más loco y sorprendente que el anterior. Muestra de ello es que CNN llamó recientemente a The Bletchley, ubicado en el barrio de Chelsea, “el bar del futuro”.

En esta entrega, les hablaré de otro speakeasy de primera línea: el increíble Barts, ubicado en Chelsea Cloisters. No es exageración que visitar este bar único es parte obligada de cualquier itinerario de quien visita Londres, aunque sea por pocos días.

speakeasy londres

Mi visita a Barts sucedió un domingo después de caer la noche (y la lluvia, por supuesto). Para evitar sorpresas desafortunadas, llamé antes de ir hacia allá y fui informado que las noches de domingo suelen ser menos concurridas.  Llegar a Chelsea Cloisters es apenas el comienzo de la primera parte del proceso para acceder a la diversión. Además de la entrada principal que conduce al lobby de la torre de un apartotel, hay varias puertas que llevan a un restaurante argentino, un estacionamiento, y otros establecimientos muy diversos. Ante uno se presenta el primer dilema… ¿por dónde se entra a Barts? La única pista en Internet es que la entrada se ubica en un lugar inesperado dentro del complejo Chelsea Cloisters y que la entrada es con contraseña. Dejaré aquí la narración de cómo fue que logré entrar al bar, para no arruinar la experiencia a los lectores, y les diré que una vez dentro entendí por qué era preciso rodear la entrada de secrecía.

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El lugar tiene un estilo muy ecléctico que es el resultado del uso liberal y espontáneo en la decoración, de elementos kitsch, burdelescos y de pubs de barrios altos londinenses, entre otros. Esta poco ortodoxa conjunción representa a la perfección una noción romántica de los bares clandestinos que existieron a lo largo de todo Estados Unidos, y específicamente Chicago, durante la era de la prohibición.

Cuenta la historia (imaginaria pero que da sustento a Barts y todos sus componentes), que Uncle Bart, indiscutiblemente el mejor boxeador de la ciudad, fue contactado por miembros del cartel de Bugs Moran, terror del norte de la ciudad y némesis del igualmente nefasto Al Capone, para que se dejara ganar en una pelea a cambio de una jugosa suma de dinero. Ya podrán imaginar la serie de eventos que esta oferta detonó, y es precisamente alrededor de esta fantasía que está construido el menú de Barts.

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La barra es atendida por dos amistosos jóvenes perfectamente caracterizados a la usanza de los años veinte. Es realmente notable la atención que han puesto a todos los detalles del bar los creadores y empleados de Barts. Visitar este bar y beber en él cócteles no sólo imaginativos sino deliciosos es una experiencia realmente afortunada; por un momento, uno es transportado a un sótano de Chicago, Nueva York, Detroit o San Francisco en esa década, y no deja de sentir la incertidumbre de que la policía o el FBI pudiere encontrar el establecimiento en cualquier momento y arruinar toda la diversión.

Después de dedicar un buen rato a leer con ojos de emoción y una sed cada vez mayor el menú de cócteles organizado en forma de tira cómica sobre las aventuras de Uncle Bart, decidí pedirme un Churchill’s Breakfast, elaborado con whisky y licores de tabaco y café, y saborizado (fat-washed, técnica de moda entre los principales exponentes de la mixología) con tocino. El cuidado y tiempo dedicados por el sonriente barman a la elaboración de este espectacular cóctel (paradójicamente perfecto para mi última noche en la ciudad), me hicieron pensar en el método, paciencia y técnica de un químico experimental en su laboratorio. Antes de finalmente llegar hasta mí, el contenedor de cristal en el que el trago fue servido debió ser guardado en una pequeña bolsa de papel kraft. La cereza del proverbial pastel fue ni más ni menos que un pequeño chocolate con la textura y sabor óptimos para hacer lucir aún más el Churchill’s Breakfast. En verdad habría probado algo más, pero al llegar el momento de elegir el segundo trago de la noche, decidí repetir y homenajear de nuevo al icónico Winston y los supuestos ingredientes de su desayuno habitual.

Más allá de lo conceptual, la curaduría musical del lugar es impecable y pieza fundamental del microcosmos de Barts. Gracias al concepto acústico del lugar, es igual de placentero entablar una conversación con los acompañantes, que aprovechar la atmósfera surreal y los deliciosos elíxires provenientes de la barra para asumir un ánimo de contemplación y disfrute.

En su siguiente visita a Londres, no dejen de visitar la taberna escondida de Uncle Bart, en la muy burguesa zona de Chelsea, casi donde se encuentra con South Kensington y Knightsbridge. Sólo hay que tener en cuenta que el peor riesgo de emprender esta aventura no es que el FBI o los matones de algún cartel de la mafia de Chicago irrumpan y arruinen la noche, sino ser incapaces de encontrar la entrada y descifrar la forma de ganar el acceso a este pequeño y peligroso mundo de diversión clandestina.

Barts (at Chelsea Cloisters)

Sloan Avenue, Chelsea. Londres SW3 3DW

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